OBRA PONTIFICIA UNIÓN MISIONAL
Fue fundada en Italia por el Venerable Pablo Manna el 31 de Octubre de 1.916, es la única obra fundada fuera de Francia. En 1.937 se funda en Venezuela con el Padre Víctor Iriarte s.j, como Secretario; En 1.962 es Secretario de la Obra, el Cardenal José Alí Lebrúm; al pasar a Obispo de Valencia, celebra el 4 de Octubre de 1.966 la PRIMERA JORNADA NACIONAL DE LA UNIÓN MISIONAL.
Esta Obra pretende asociar y afiliar a los Obispos, Sacerdotes, Religiosos (as), Seminaristas, Formándos (as) y laicos Comprometidos, para brindarles la animación, formación e información misionera, por medio de:
.- La inscripción, se les pide la oración permanente por las intensiones del Papa y por los misioneros del mundo.
.- Les brinda cursos de misionologia y afiliación a la revista Ommis Terra, como revista de actualización misionera.
.- Es el alma de las Cuatro Obras, por ello a sus miembros, les pide que fomente y apoyen la labor de las O.M.P. en cada una de sus comunidades.
Esta Obra pretende asociar y afiliar a los Obispos, Sacerdotes, Religiosos (as), Seminaristas, Formándos (as) y laicos Comprometidos, para brindarles la animación, formación e información misionera, por medio de:
.- La inscripción, se les pide la oración permanente por las intensiones del Papa y por los misioneros del mundo.
.- Les brinda cursos de misionologia y afiliación a la revista Ommis Terra, como revista de actualización misionera.
.- Es el alma de las Cuatro Obras, por ello a sus miembros, les pide que fomente y apoyen la labor de las O.M.P. en cada una de sus comunidades.
Su Finalidad:
Fue fundada con la fina-lidad, que sigue siendo la suya hasta el día de hoy, de sensibilizar y formar a los animadores de la comunidad cristiana y, sobre todo, a sus pastores, ante los problemas misioneros. La Encíclica misionera de Juan Pablo II es muy clara a este respecto (cf. RM 84).
Por eso la Pontificia Unión Misional es el instrumento por excelencia que permite realizar las dos características fundamentales de la cooperación misionera en función de la misión ad gentes: la comunión y la santidad.
La COMUNIÓN: porque el anuncio del Evangelio de Cristo ha sido confiado al colegio de los Obispos bajo la dirección de Pedro. A lo largo de la historia de la Iglesia, es el colegio de los apóstoles el que asume esta función bajo la dirección del Papa. Los sacerdotes, los demás ministros y los agentes pastorales toman parte en esta misión. En la Evangelii Nuntiandi Pablo VI declara que evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino que es un acto profundamente eclesial porque esto supone que se lleva a cabo en comunión con la Iglesia y con sus Pastores (cf. EN 60).
La Pontificia Unión Misional es la expresión de la solidaridad y de la unión de los miembros del presbyterium con su obispo. Se trata de una unión cuyo fundamento es fundamentalmente jerárquico y sacramental, que engendra una profunda solidaridad de sentimientos y de espíritu entre los obispos y los sacerdotes y entre los mismos sacerdotes. (cf. PO 7-8).
Por su ordenación, los sacerdotes comparten la solicitud de toda la Iglesia por todas las Iglesias. Están llamados a asumir su parte en la responsabilidad pastoral y universal de los obispos. Su unión y solidaridad con el Papa y con los obispos es, por otra parte, misionera. Por eso, a través de la Unión Misional, el Padre Paolo Manna contribuyó a armonizar la unión y la solidaridad universal en beneficio de la misión. Ambas están inseparablemente unidas en cada pastor de la Iglesia.
La Pontificia Unión Misional desea dar a los animadores de la comunidad cristiana una formación continua para que puedan acrecentar su COMUNIÓN en y a través de sus responsabilidades misioneras. La Unión les dará la ayuda necesaria para conseguir esta SANTIDAD apostólica que el Vaticano II puso de relieve (cf. PO 12-13) y en la que insistió el Sínodo de los Obispos de 1990.
Sólo mediante esta COMUNIÓN y SANTIDAD podrá la MISIÓN ser verdaderamente el alma de la vida sacerdotal y de la Vida consagrada.
Por eso la Pontificia Unión Misional es el instrumento por excelencia que permite realizar las dos características fundamentales de la cooperación misionera en función de la misión ad gentes: la comunión y la santidad.
La COMUNIÓN: porque el anuncio del Evangelio de Cristo ha sido confiado al colegio de los Obispos bajo la dirección de Pedro. A lo largo de la historia de la Iglesia, es el colegio de los apóstoles el que asume esta función bajo la dirección del Papa. Los sacerdotes, los demás ministros y los agentes pastorales toman parte en esta misión. En la Evangelii Nuntiandi Pablo VI declara que evangelizar no es para nadie un acto individual y aislado, sino que es un acto profundamente eclesial porque esto supone que se lleva a cabo en comunión con la Iglesia y con sus Pastores (cf. EN 60).
La Pontificia Unión Misional es la expresión de la solidaridad y de la unión de los miembros del presbyterium con su obispo. Se trata de una unión cuyo fundamento es fundamentalmente jerárquico y sacramental, que engendra una profunda solidaridad de sentimientos y de espíritu entre los obispos y los sacerdotes y entre los mismos sacerdotes. (cf. PO 7-8).
Por su ordenación, los sacerdotes comparten la solicitud de toda la Iglesia por todas las Iglesias. Están llamados a asumir su parte en la responsabilidad pastoral y universal de los obispos. Su unión y solidaridad con el Papa y con los obispos es, por otra parte, misionera. Por eso, a través de la Unión Misional, el Padre Paolo Manna contribuyó a armonizar la unión y la solidaridad universal en beneficio de la misión. Ambas están inseparablemente unidas en cada pastor de la Iglesia.
La Pontificia Unión Misional desea dar a los animadores de la comunidad cristiana una formación continua para que puedan acrecentar su COMUNIÓN en y a través de sus responsabilidades misioneras. La Unión les dará la ayuda necesaria para conseguir esta SANTIDAD apostólica que el Vaticano II puso de relieve (cf. PO 12-13) y en la que insistió el Sínodo de los Obispos de 1990.
Sólo mediante esta COMUNIÓN y SANTIDAD podrá la MISIÓN ser verdaderamente el alma de la vida sacerdotal y de la Vida consagrada.